José Ramón Ayllón, profesor de Antropología en la Universidad de Navarra, compagina su labor docente con los libros, convertidos ya en luminosas obras de referencia, y las conferencias. En El mundo de las ideologías (Homo Legens, 2019) repasa estos proyectos de ingeniería social para ofrecer al gran público una perspectiva esencial en la comprensión de la historia contemporánea y del mundo en que vivimos. JULIO MOLINA
PREGUNTA. Antes que nada, ¿cómo definiría ideología?
RESPUESTA. En dos palabras: filosofía revolucionaria.
P. ¿Y siempre han existido estas filosofías revolucionarias? ¿O más bien son producto de la Edad Contemporánea?
R. La palabra ideología no existe hasta el siglo XVIII. Las dos primeras son la masonería y la ilustración francesa. Marx explicará muy bien que el marxismo –y, por extensión, todas las ideologías– no pretenden entender el mundo como las filosofías, sino cambiarlo rápidamente y en profundidad. Eso son las revoluciones.
P. Si estamos hablando de un fenómeno propio de tiempos recientes, ¿qué había antes, qué configuraba –o contribuía a configurar– la mentalidad de cada época?
R. En primer lugar, la religión. En segundo lugar, la tradición cultural: la literatura, el teatro, la filosofía, la historia, la música, el arte… Y, en tercer lugar, los movimientos culturales que nacen en cada momento histórico.
P. ¿Han evolucionado las ideologías a lo largo del tiempo? ¿Se han radicalizado?
R. Más que evolucionar, las ideologías se concatenan en cascada, en una secuencia bien conocida: ilustración francesa y masonería, positivismo y nacionalismos, liberalismo y comunismo marxista, evolucionismo radical y ecologismo, feminismo radical e ideología de género. Su radicalización viene de fábrica, no es añadida.
“Más que evolucionar, las ideologías se concatenan en cascada”
P. ¿Resulta pertinente hablar de las ideologías desde un punto de vista moral?
R. Ninguna empresa humana debe quedar fuera de su evaluación moral y jurídica. Es decir, nada debe estar por encima de la ley, y nada debe ser inmoral. Es positiva la conquista de derechos y libertades que no se disfrutaban en el Antiguo Régimen, empezando por la implantación de la democracia y la igualdad ante la ley. Por el contrario, el balance es muy negativo en el caso de los nacionalismos y del comunismo. En cuestiones como el feminismo radical y la ideología de género, el actual relativismo sólo nos permite decir lo de cierto simpático: “Si usted quiere llamar progreso a esta calamidad, yo prefiero llamar calamidad a este progreso”.
P. ¿Tienen las ideologías rasgos comunes? ¿Cuáles son? ¿Existe tal vez una chispa primera que las anima a todas?
R. Todas las ideologías presentan tres rasgos comunes: la promesa de una utopía social, el precio de una revolución, y una visión materialista del hombre, casi siempre anticristiana. La chispa es el ansia de libertad que anima a los ilustrados franceses, frente a la alianza absolutista del trono y el altar. Pero la libertad es una sustancia fácilmente inflamable, que desde el principio degenera en guillotina, represión, guerra civil e invasión de media Europa. Goya lo resumió muy bien: el sueño de la razón produce monstruos.
P. ¿Vivimos en sociedades ideologizadas? ¿Qué consecuencias trae esto consigo?
R. La ideologización caracteriza a nuestro tiempo y es omnipresente: la respiras en la televisión que ves, en el cine, en la prensa que hojeas, en la música que escuchas, en la novela que lees, en los partidos políticos… Y claro que tiene consecuencias. Todas las ideologías son intelectualmente pobres, por no decir equivocadas. En esa medida, una sociedad ideologizada es inculta, muy manipulable, menos libre.
“La ideologización caracteriza a nuestro tiempo y es omnipresente”
P. Haga una pequeña reflexión sobre el sectarismo. ¿Guarda relación con la ideología?
R. Un sectario no desea la libertad de pensamiento y expresión de quienes no piensan como él. Si puede, intentará amordazar esas libertades fundamentales. Basta con saber un poco de historia contemporánea para ver que el sectarismo es un rasgo configurador de casi todas las ideologías.
P. La ideología enturbia el claro pensamiento.
R. La relación de las ideologías con la verdad es muy peculiar. Como sabemos, no les interesa conocer la realidad, sino transformarla. Para ello no dudan en mentir ni en crear una neolengua que confunde los conceptos y las cabezas con expresiones como solución final, enemigo de clase, la voz del pueblo, micromachismo, heteropatriarcado, inclusión, interrupción del embarazo, libertad afectivo-sexual… Orwell lo explica muy bien en sus distopías.
P. ¿Qué ideologías considera usted que gozan hoy de mayor aceptación? ¿Tal vez la ideología de género?
R. Todas las ideologías están vivas y gozan de muy buena salud. Casi todas se nutren, para bien y para mal, del proyecto ilustrado francés y de la dialéctica marxista. Creo que la más arraigada en la mayor parte del mundo es el positivismo, en su tres grandes ramas: positivismo científico (sólo es verdad lo que establece la ciencia); positivismo ético (está bien lo que dice o hace la mayoría); y positivismo jurídico (es justo lo que determina el legislador).
P. Ayúdeme a cultivar un espíritu crítico frente a este fenómeno. ¿Qué debería hacer, además de leer El mundo de las ideologías?
R. Para protegerse de la mentira y de la manipulación recomiendo leer la Apología de Sócrates, de Platón. Me parece imprescindible no desconocer nuestro pasado, analizar críticamente la actualidad, ver buen cine histórico… Los libros de historia de José Luis Comellas resultan muy asequibles y objetivos. Mis alumnos aprenden mucho con la Historia de las ideas contemporáneas, del profesor Mariano Fazio.