El resultado del aprendizaje puede ser producto de un aprendizaje espontáneo propiciado por los estímulos del ambiente –pensador natural–, pero también puede ser producto de un aprendizaje sistemático y deliberado (pensador efectivo). Ese aprendizaje sistemático y deliberado es consciente, tiene la intención que determina el propósito y ofrece la posibilidad de permitir réplica. Y luego también lleva a la generalización: si el proceso mental es analizado, se puede repetir, aplicar de nuevo, interactuar de forma que lleve a deducir y a descubrir las leyes del pensamiento. De esta forma, los alumnos saben qué y cómo aprenden, y logran que su aprendizaje sea efectivo. Mª PILAR MARTÍN LOBO

Más que el aprendizaje de los contenidos de cada asignatura, conviene que el alumno sepa cómo aprendió para que pueda seguir aprendiendo durante toda la vida. A veces, si sólo se aprende de modo natural, la mente se va haciendo inflexible.

Tipos diferentes de aprendizaje

Biggs (1985) consideró tres tipos de estilos de aprendizaje, asociando la motivación y los tipos de estrategia que el alumno emplea, recogidos por Ugartetxea (2002):

  • Superficial. La motivación es meramente instrumental, con la sola aspiración de superar una dificultad y evitar el fracaso.
  • Profundo. Con una motivación intrínseca, el interés es lo que motiva a realizar el aprendizaje.
  • De logro. Está basado en un concepto de competición personal, independiente del interés del material. Para ello emplea estrategias organizadas de aprendizaje.

Se puede señalar que son más efectivos los enfoques del estudio centrados en el aprendizaje y en sus procesos que exclusivamente en el resultado. Al final, se aprende mejor, se desarrollan las habilidades y el propio estilo de aprendizaje configurando una personalidad más estructurada y armónica, obteniendo un mayor rendimiento escolar y personal.

Los profesores son protagonistas

Desde edades tempranas se debe enseñar a pensar, de forma ineludible en torno a los diez años, porque es cuando se ha demostrado que empieza el pensamiento formal, según Piaget. Además, se debería incluir en Secundaria, Bachillerato y en los centros universitarios este “enseñar a pensar” como parte de la formación de los profesores. Quienes aplican estos programas recomiendan tener en cuenta una serie de orientaciones para asegurar su eficacia, como las de Carlos Yuste y Miguel Delgado, del Programa APDI[1]:

  • Cuando las tareas no sean interesantes, indicarles por qué ejecutarlas es importante.
  • Ajustar el programa al nivel de conocimientos y capacidades de los alumnos.
  • En tareas difíciles, no sólo evaluar si el alumno ha tenido o no éxito, sino determinar, en último caso, la razón del resultado.
  • El alumno debe saber qué es lo que ha hecho bien, qué es lo que ha hecho mal y cómo puede mejorar.
  • Considerar los fallos como oportunidades para aprender, para diagnosticar las necesidades y para guiar los siguientes objetivos y procedimientos de entrenamiento.
  • Nunca penalizar a los alumnos cuando los enfoques inventivos de los problemas conduzcan a resultados poco ortodoxos o inesperados.

Las estrategias y habilidades mentales se aplican no sólo al estudio personal, también a las situaciones de la vida práctica. Por este motivo se deben desarrollar habilidades de pensamiento crítico, creativo y de adquisición de criterios éticos que favorezcan el desarrollo del proyecto de vida de cada alumno.

Desde edades tempranas se debe enseñar a pensar,
de forma ineludible en torno a los diez años

Una mente justa, objetiva y comprometida con la claridad y la precisión

El pensamiento crítico, según Ennis (1985), se puede definir como “un pensamiento reflexivo y razonable que se centra en decidir qué creer o hacer”. Requiere analizar cuidadosamente los argumentos, buscar evidencias válidas y llegar a conclusiones razonables. “La meta es desarrollar gente con una mente justa, objetiva y comprometida con la claridad y la precisión.”

Dadas las características de la sociedad actual, es necesario disponer de habilidades de pensamiento y procesos para recobrar, organizar y utilizar la información.

Muñoz et al (2000) afirmaron en un estudio que el 90% de los alumnos de Secundaria no utilizaban el pensamiento crítico ni en el colegio ni en su vida diaria.

Paul (1992) describe así las características de una persona que aplica el pensamiento crítico a sus actuaciones:

  • Independencia mental: poseer disposiciones y compromisos para pensar por uno mismo.
  • Curiosidad intelectual: tener disposición para entender el mundo.
  • Coraje intelectual: tener conciencia de la necesidad de dirigir ideas, creencias, puntos de vista… a través de los cuales tenemos una fuerte emoción negativa.
  • Humildad intelectual: conocer los límites de nuestro propio conocimiento.
  • Empatía intelectual: tener conciencia de la necesidad de imaginar, de ponerse en lugar de otros para entenderles.
  • Integridad intelectual: reconocer la necesidad de la verdad en las normas morales e intelectuales implícitas en nuestros juicios de conducta o de puntos de vista de otros.
  • Perseverancia intelectual: tener una buena disposición y conciencia de la necesidad de la verdad y de un propósito intelectual.
  • Actuación justa: es la habilidad para razonar sin tener en consideración los propios sentimientos o intereses, o sentimientos o intereses de los amigos, la comunidad o la nación.

En la persona que aplica en su proceder el pensamiento crítico se da la curiosidad y el coraje intelectuales

Disposiciones y habilidades del pensamiento crítico

Un plan de desarrollo de pensamiento crítico exige una serie de disposiciones iniciales y la ejercitación de habilidades específicas.

En cuanto a las disposiciones:

  • Buscar una afirmación clara del asunto y razones que la sustenten.
  • Tratar de estar bien informados recurriendo a fuentes creíbles y mencionarlas.
  • Tener en cuenta la situación global y el interés central.
  • Buscar alternativas teniendo la mente abierta.

En cuanto a las habilidades:

  • Centrarse en una pregunta.
  • Analizar argumentos (identificar razones afirmadas y no afirmadas, descubrir la información relevante, la estructura del texto, las semejanzas y diferencias, las conclusiones, etc.).
  • Formular y responder preguntas de clarificación y reto (¿por qué?, ¿cuál es la idea principal?, etc.).
  • Juzgar la credibilidad de la fuente (experiencia, falta de conflicto de intereses, reputación, etc.).
  • Observación y juicio de reportes de observación.
  • Juicio de deducciones e inducciones.
  • Juicio de los juicios de valor.

Desarrollo de la creatividad

Stenberg (1995) define la creatividad como la capacidad para resolver problemas no convencionales utilizando recursos estratégicos inusuales. Los factores que la caracterizan son la capacidad para producir muchas ideas –fluidez– diferentes –flexibilidad– y reestructuradas (elaboración).

El pensamiento creativo presenta de este modo los siguientes rasgos:

  • Sensibilidad: hacia los problemas.
  • Fluidez: habilidad para generar ideas o producir un gran número de respuestas a una pregunta o problema.
  • Flexibilidad: habilidad para definir y cambiar enfoques, o habilidad para dirigir una idea en direcciones diferentes por medio de cambios de enfoque o elaboración.
  • Originalidad y elaboración: consistentes en la habilidad para definir y redefinir problemas, considerar detalles y percibir soluciones de maneras diferentes.

Formación integral de la persona

Junto con la adquisición de los diferentes conocimientos y el desarrollo de las habilidades mentales, se debe ir adquiriendo una sólida formación humana abierta a la trascendencia, ya que las aptitudes en cuanto a desarrollo de capacidades, junto con las actitudes y motivaciones que nos mueven a actuar y los valores, constituyen el entramado necesario para la formación integral de la persona.

Podemos afirmar que cualquier actividad educativa, para que lo sea íntegramente, debe proporcionar conocimientos, capacidades y favorecer valores. Cualquier profesor contribuye a la formación íntegra y total de los estudiantes. En todo proyecto educativo, por tanto, debe estar presente el desarrollo ético y moral de la persona.

Mª Pilar Martín Lobo es doctora en Psicología y autora de “El salto al aprendizaje. Cómo obtener éxito en los estudios y superar las dificultades de aprendizaje” (Palabra, 2006).


[1]Aprendo a Pensar Desarrollando mi Inteligencia (APDI). Programa que busca hacer de los alumnos mejores pensadores, más críticos, con mejores estrategias para resolver problemas.