Love & Respect Ministries nació en 1999 de la mano de Emerson y Sarah Eggerichs para ayudar a las personas a aplicar de forma práctica los principios del amor y el respeto en sus matrimonios, en la educación de sus hijos y, en general, en cualquier otra relación que establezcan. Su mensaje, sencillo, poderoso y efectivo, tuvo una enorme repercusión cuando salió a la luz el libro Love & Respect, un recopilatorio de sus saberes y experiencias que ya ha vendido más de un millón y medio de ejemplares. Así las cosas, nos hemos reunido con el señor Eggerichs para que nos cuente el secreto del éxito. JULIO MOLINA

PREGUNTA. Usted habla del amor y el respeto como elementos clave en el matrimonio, pero desde una perspectiva nueva.

RESPUESTA. La verdad es que no diría que es una perspectiva nueva. La conexión entre amor y respeto que yo establezco aparece en la Carta de San Pablo a los Efesios, cuando escribe: “cada uno debe amar a su mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido”. Lo que yo hice, allá por 1998, fue reparar en ese versículo, y entender que Pablo señala claramente que las esposas necesitan amor y los esposos necesitan respeto.
Cuando un marido no se siente respetado, le resulta muy difícil amar a su esposa; y cuando una esposa no se siente amada, le resulta muy difícil respetar a su esposo.

P. ¿Por qué es eso así?

R. Mi experiencia como consejero y como esposo apunta en esa dirección. La esposa es la que se pregunta: “¿Me quiere mi marido como yo a él?”. Ella sabe que le quiere, pero a veces se pregunta si ese amor es recíproco. Y cuando él no da muestras de su amor, ella reacciona normalmente de forma negativa: en su opinión, su marido debe ser más sensible y cariñoso. Por desgracia, el enfoque habitual de una esposa es criticar y quejarse para motivar a su esposo a quererla. Y no es una estrategia demasiado efectiva.
Un esposo, por su parte, no se pregunta habitualmente: “¿Me ama mi esposa tanto como yo a ella?”. Eso es así porque está seguro de su amor. A menudo pregunto a los maridos: “¿Su esposa le quiere?”. Y ellos responden: “Sí, por supuesto”. Pero después pregunto: “¿Usted le gusta?”. Y la respuesta por lo general es: “No”.
En muchos casos, el disgusto de la esposa es interpretado por el esposo como falta de respeto e incluso como desprecio. Según él, ella ha dejado de ser la mujer admiradora que era al principio. Ahora ella no le aprueba, y se lo hace saber. Entonces el esposo decide motivar a su esposa a ser más respetuosa actuando de manera poco afectuosa. Y esto tampoco resulta demasiado efectivo.
El respeto es tan importante para el esposo como el amor para la esposa. Ningún marido siente afecto hacia su mujer cuando ella parece sentir desprecio por él. La clave para crear en un esposo sentimientos amorosos hacia su esposa consiste en mostrarle respeto incondicional.

P. Amor y respeto incondicionales… No es fácil evitar los reproches de todas formas.

R. Es importante que los cónyuges caigan en la cuenta de que si son insensibles a sus necesidades de amor y de respeto caerán en lo que he llamado ciclo alienante, una especie de círculo vicioso de recriminaciones que va complicando las cosas poco a poco. Es una situación no sólo perjudicial, también ilógica, y sin embargo no somos conscientes de ella. Es como si alguien entrara en una sala, pulsara el interruptor de la luz, y descubriera que las luces no se encienden. Es comprensible que ese alguien pulse el interruptor dos o tres veces sin obtener resultado alguno; al fin se dará cuenta: debe haber un cortocircuito, o una bombilla quemada. Pero si se queda allí y pulsa el interruptor constantemente durante media hora, usted empezará a preguntarse: “¿No estará este tipo un poco loco?”.
La cuestión es simple: la locura sobreviene cuando seguimos haciendo las mismas cosas una y otra vez con los mismos resultados negativos; y el matrimonio, por desgracia, parece ser un terreno fértil para este tipo de locura.

“Si los cónyuges son insensibles a sus respectivas necesidades de amor y de respeto caerán en un círculo vicioso de recriminaciones”

P. Tropezamos una y otra vez en la misma piedra.

R. El problema de fondo es la comunicación entre los cónyuges, que se envían entre sí mensajes codificados. Lo que yo digo no es lo que usted oye, y lo que cree que oyó no tiene que ver en absoluto con lo que yo dije. Basta un ejemplo muy sencillo: si ella dice “no tengo qué ponerme”, quiere decir “no tengo nada ‘nuevo’ que ponerme”; si él dice “no tengo qué ponerme”, quiere decir “no tengo nada ‘limpio’ que ponerme”. En este caso no existe riesgo serio de conflicto, pero ilustra bien que todos vemos las cosas desde el punto de vista de nuestras propias percepciones y necesidades.
Una pequeña chispa en un bosque seco puede provocar rápidamente un incendio, y si una pareja no sabe apagarlo, puede llegar a convertirse en una seria conflagración. Lo que es preciso tener muy claro, para ser capaz de controlar el fuego, es que el hecho de que usted no se sienta amado o respetado no significa que su cónyuge le esté enviando ese mensaje. Cuando una esposa no se siente querida porque no ha recibido una tarjeta de felicitación por su cumpleaños, por ejemplo, no quiere decir que su esposo le esté enviando el mensaje: “Realmente no me importas ni te quiero”. Al mismo tiempo, cuando ella reacciona de manera furiosa e irrespetuosa, no significa que su mensaje sea: “Realmente no te tengo ningún respeto”. La esposa necesita amor, no está tratando de ser irrespetuosa. El esposo necesita respeto, no está tratando de ser desamorado. Una vez que se entiende este principio básico, se está en condiciones de descifrar el código de comunicación.

P. ¿Tan diferentes somos los hombres y las mujeres?

R. La forma en que me gusta imaginarme la diferencia entre hombres y mujeres es que la mujer mira el mundo a través de gafas rosas que colorean todo lo que ella ve. El hombre, en cambio, mira el mundo a través de gafas azules que colorean todo lo que ve. Hombres y mujeres pueden observar exactamente la misma situación y ver la vida de forma muy distinta. Inevitablemente, sus lentes rosas y azules hacen que su interpretación de las cosas esté en desacuerdo en cierto grado. En tanto que los cónyuges no aprendan a descodificar los mensajes rosas y azules que se envían mutuamente, el ciclo alienante continuará dando vueltas y más vueltas. ¿Qué está sucediendo en el interior de ella, donde el código es obviamente rosa? ¿Qué está sucediendo en el interior de él, donde el código es obviamente azul? La mujer rotundamente necesita amor, y el hombre rotundamente necesita respeto. Es tan simple –y tan complicado– como eso.

P. ¿Y entiende la gente su mensaje? ¿Qué le dicen los matrimonios?

R. Las esposas comprenden el concepto de amor incondicional, pero no tanto el de mostrar respeto incondicional hacia los maridos. Eso resulta mucho más complicado. Lo curioso es que los maridos tampoco lo entienden. Maridos y mujeres creen que el respeto hay que ganárselo. La esposa siente muchas veces que su esposo no merece respeto. El esposo quiere ganárselo, pero siente que no se merece la clase de falta de respeto que recibe de su esposa.
Una y otra vez oigo a mujeres que afirman no haber escuchado nunca las palabras “respeto incondicional” en el contexto del matrimonio. Para ellas, es un oxímoron (término creado a partir de la combinación de dos palabras que parecen ser incongruentes o contradictorias). Por el contrario, el “amor incondicional” no lo es, y cuando no reciben amor de sus maridos se lo hacen saber.
Cuando una esposa dice que su esposo tendrá que ganarse su respeto antes de que ella se lo dé, deja al marido en una situación desigual: ahora él es el responsable tanto del amor como del respeto de la relación. Debe amar incondicionalmente a su esposa y ganarse también su respeto, encrucijada que lo lleva muchas veces a encerrarse en sí mismo. Poner el énfasis en el amor incondicional no motiva o equipa a muchos hombres para ser amorosos, al menos no tanto como a sus mujeres les gustaría.

“El problema de fondo es la comunicación entre los cónyuges,
que se envían entre sí mensajes codificados”

P. Usted insiste en la idea de que las mujeres necesitan amor y los hombres respeto. ¿Por qué no al revés?

R. Las mujeres necesitan respeto, por supuesto, y los hombres necesitan amor, pero yo me estoy refiriendo a la necesidad primaria de cada sexo. Creo que las mujeres quieren amor mucho más que respeto, y los hombres mucho más respeto que amor. En mi opinión, las mujeres deben aprender a entender y usar la palabra “respeto”, porque el respeto, en verdad, es el valor más arraigado en el hombre. Es la clave para motivar a un esposo. No quiero decir que los hombres sean indiferentes al amor, ni mucho menos, pero sí que necesitan sentirse respetados más que amados. Algunas investigaciones que he recogido en mis libros lo corroboran, así como el testimonio directo que he recibido de muchos de ellos.

P. Se podría decir entonces que el respeto que le muestra una esposa a su marido desencadena la buena relación entre ellos.

R. La mayoría de las veces, el ciclo alienante se detiene cuando la esposa, efectivamente, trata de darle a su esposo respeto incondicional. Se detiene además de forma abrupta: cuando la esposa se acostumbra a la idea de respetarle, su esposo no sólo se siente complacido, sino que empieza a darle a cambio amor incondicional, que es lo verdaderamente importante. La situación perdedor-perdedor se convierte en ganador-ganador.
Es asombroso lo que ocurre cuando una mujer muestra respeto y admiración al hombre. Basta recordar los tiempos del noviazgo. Durante ese periodo, la mujer quizás pensaba que lo que motivó a su novio a pedirle matrimonio era el amor que ella le tenía. Después de todo, el amor era lo que la motivaba a ella. Pero más de lo que ella advirtió, fue su admiración íntima y única lo que ganó el corazón de su novio. Él tenía profundos sentimientos de amor hacia ella, sentimientos que surgían de la seguridad de que ella lo respetaba y lo admiraba. Ella había tocado una fibra sensible en lo profundo de su interior que impulsó su vida entonces.
Sin embargo, esta idea de la necesidad masculina de respeto es información nueva para muchas mujeres. Todo gira hoy en día en torno a la idea del amor, pero al tratar de ver cómo detener ese ciclo alienante del que hablamos, es de gran ayuda recordar que a los hombres se les manda amar porque no aman naturalmente, y a las mujeres se les manda respetar porque no respetan naturalmente. Si la conexión entre amor y respeto quiere dar resultado, la esposa, en particular, debe vencer todo sentimiento de que su esposo necesita ganarse su respeto.

P. Imagino que se habrá encontrado con muchas mujeres que consideran que respetar de forma incondicional a su marido, como usted dice, no es sino una forma de servilismo.

R. Cuando aconsejo a algunas esposas a usar el respeto incondicional, me doy cuenta de que sospechan que soy un machista con piel de cordero que intenta someterlas a una vida de servilismo. Pero yo le recuerdo a esa esposa que debe ser paciente. Estoy tratando de ayudar a lograr que su esposo la ame más, no a que la pase por encima.
Cuando hablo acerca de respetar a su esposo, no quiero decir que deba enterrar su cerebro, o no mostrar su capacidad de liderazgo, o no estar en desacuerdo con él en lo más mínimo. No quiero decir que él sea superior y ella inferior en algún sentido. Tampoco quiero que ignore sus propias heridas y áreas vulnerables. Ni mucho menos.
Algunas esposas temen que adoptar una actitud de respeto en medio de un conflicto con sus maridos las deje indefensas. Creen de hecho que sus esposos sólo podrán convertirse en hombres más amorosos si abren los ojos a sus defectos; y la única manera de que tomen conciencia de ellos es que escuchen sus críticas y recriminaciones. Otra esposa admitió actuar como si fuera la madre de su esposo, lo que tampoco parece la mejor forma de acercarse a él. Pero ¿qué puede hacer? Cree estar ganando batallas de esta manera, pensando en que conseguirá convertir a su marido en la clase de hombre al que aspira. Pero aunque crea que ese negativismo le da control, lo que en realidad consigue es alejarse de la persona amada. Es necesario romper el ciclo alienante a través del respeto.

P. ¿Y qué me dice del marido?

R. El marido debe concentrarse en dos preguntas a la hora de afrontar un conflicto. La primera es: “¿Mi mujer está actuando de forma irrespetuosa porque no se está sintiendo amada?” Le esperan cosas buenas si aprende a descifrar el clamor más profundo de su esposa: “¡Por favor, quiéreme!”. Puede que el marido no logre descifrar completamente el mensaje de su mujer, o quizás sí, pero lo importante es que él trate de entenderla, que no contraataque. Segundo, un marido debe preguntar: “Lo que estoy a punto de decir o hacer, ¿le resultará a mi esposa prueba de mi amor hacia ella?”. Como hombres maduros, debemos reconocer nuestros sentimientos: necesitamos que nos respeten. Sin embargo, al mismo tiempo, debemos reconocer los sentimientos de nuestra esposa: ¡ella necesita sentirse amada!